jueves, 17 de noviembre de 2016

Restaurante La Turqueta

Ya sabéis que nos encanta conocer restaurantes nuevos. Turqueta ha sido el último descubrimiento gracias a mi amiga Inma. Pertenece al Grupo Saona, que tiene varios restaurantes en Valencia. Yo no he ido a comer a ninguno de ellos, pero varias personas me habían hablado ya muy bien de ellos. Un menú diario bueno, diferente y a un precio razonable.



Así que quedamos a comer con Inma en la Turqueta, y la verdad, no encantó. El nombre de Turqueta viene de una de las calas más conocidas de Menorca, y tiene un estilo muy mediterráneo. Hay tres ambientes, todos decorados del mismo estilo. El primer es la parte cerrada con mesas largas para grupos y algunas redondas. 



La segunda es una zona con mesas más pequeñas, con plataneras y ventiladores hechos de pai-pai y semiabierto a la zona de la terraza. En este caso cubierta.



Y por último la terraza cubierta, con muchísima luz natural y muy agradable.

Por supuesto, pedimos menú, como nos había aconsejado Inma. 


Los primeros los pedimos para compartir. Pulpo a la brasa, Futomaki Sushi y Gyozas (empanadilla japonesa de verduras). Los tres nos encantaron. Sobre todo el pulpo y para mi, la Gyozas, que no me gustan en todos los sitios.



De segundo, cada uno se pidió un plato. Fran pidió el Costillar Ibérico (cocinado 15 horas a baja temperatura y terminado a la brasa) muy tierno, yo elegí Confit de Pato laqueado con ají amarillo y miso (buenísimo, tierno por dentro pero muy crujiente por fuera) e Inma pidió Taco de Atún con alga Nori en tempura. Todo muy bien cocinado y muy buena presentación.


Y por último, el postre, que en nuestro caso fueron tres tartas caseras. Tarta banofee (dulce de leche, plátano y nata), parecía que resultaría pesada pero no fue así. Tarta de chocolate y nueces, también buena. Pero la mejor, para mí, fue la Carrotcake, que me encantó. Me pareció deliciosa, esponjosa y lijera.

Al final, salimos contentos, por haber comido bien, en un sitio muy agradable y por la buena compañía.


Turqueta en Gran Vía Marqués del Túria 35 de Valencia




jueves, 29 de septiembre de 2016

Restaurante El Refugio, cooking revolution!

Hace unas semanas nos encontramos comprando a unos amigos, Miguel y Cristina, y nos dijeron que habían estado en la Taquería La Llorona hacía unos días (después de leer mi post) y que les había encantado. Hablando de restaurantes (ellos tienen uno, el Quart i Mig, del que ya os hablaré en su momento), nos recomendaron el restaurante El Refugio. Había comido ese día de menú y les había encantado.


Así que, ni cortos ni perezosos, a los dos días nos fuimos Fran y yo a dar una vuelta por el barrio del Carmen y probar su comida.



El nombre del restaurante recuerda el refugio antiaéreo de la Guerra civil que se encuentra frente al restaurante, en  la calle Alta, y del que todavía se conserva el letrero art decó de Josep Renau. 



El local es pequeño, pero muy agradable. Tiene dos salas, de ladrillo caravista pintado en blanco y paneles de madera pintados también en color claro, lo que hace acogedor.



El dueño nos trajo el menú, que luego nos explicó que cambia todos los días. la cocina, como explican en su web "una cocina propia y ecléctica, fusión entre el Mediterráneo, Asia y Latinoamérica



Fran eligió de primer plato el Crujiente de cordero, bulgur (alimento elaborado a partir del trigo) y manzana, y yo los Piquillos de bechamel berenjena y atún escabechado. La verdad, los dos estaban buenísimos. 



De segundo Fran eligió Salmón al horno con alubias, arame (alga dulce y suave) y judías salteadas. Como todo lo compartimos, me pareció un plato original, curioso y delicado a la vez. El salmón estaba en su punto, las judías crujientes pero cocinadas y lo mejor fue el sabor suave a mar de las alubias con el arame.

Yo comí Tajine de kofta (carne picada con especias) de ternera con cuscús. También me pareció que estaba muy bueno, la carne con un sabor potente que complementaba las verduras y el cuscús.

No nos quedamos con hambre, y no tenemos costumbre de comer postre cuando vamos solos, pero en esta ocasión no pudimos resistirnos a probar los dos postres que nos ofrecían en la carta.



A mis amigas Sefa y Salu les hubiera encantado las Delicias de café al Baileys con helado de Capuccino. Y el Crumble (como un pastel desmigando harina con mantequilla, azúcar y como no, frutas) de Piña y Mango, crujiente y suave a la vez, a mi amigo Paco C.

Desde luego, alguien muy comedor, no se quedaría con hambre y todo está perfectamente elaborado, donde pudimos degustar la fusión mediterránea, asiática y latinoamericana. Se nota la pasión por la cocina.

Recibidos al entrar con una sonrisa, el trato fue encantador pero discreto, natural. 

Además no preguntaron si teníamos el BONO MENÚ REVOLUTIONNARY (cada 10 comidas, en la última tienes un descuento de 10 €). Lo gracioso es que sí lo llevábamos, porque Cristina me dio el suyo (sin yo darme cuenta y pensando que era una simple tarjeta) me lo quedé, y le pedimos que nos lo cuñara para devolvérselo a sus propietarios.



Ya sabéis Miguel y Cris, en unos días os devuelvo el bono que me apropié. 

Y no me puedo resistir a poner antes de cerrar este post, una foto de la propia web de El Refugio, que me encantó cuando la ví. 


http://tribusimpostoribus.wixsite.com/refugio

El Refugio en C/ Alta nº 42 de Valencia



domingo, 4 de septiembre de 2016

Cuadro infantil con piedras de playa

Cuando voy a la playa, me encanta recoger piedras (como a tanta gente), pero nunca se que hacer con ellas. Este verano, que he podido volver a la playa después de tres años en dique seco, me hinché a coger piedras de Altea, Puçol...

Vi muchas fotos de piececitos monísimos, pero me pareció más complicado con las piedras que había recogido, puesto que no le pude dedicar muchas horas a recogerlas.

Las cogí pensando en hacerle un cuadro a Ainhoa, la futura hija de mi amiga Beita. ¡Espero que le guste como ha quedado!


Materiales:

- Marco Ribba de Ikea
- Piedras de playa
- Ramitas
- Cartulina de scrapbooking
- Pinturas acrílicas
- Pincel y punteros para uñas
- Silicona


Empecé haciendo un boceto en papel del hueco del paspartú para poder hacer tranquilamente el diseño. Y me puse a ello.


Empecé con la primera flor y continué seleccionando piedras con tonos similares para hacer otras dos más. Ya tenía la base del cuadro.


Escogí seis piedras ovaladas de distintos tamaños y que no fueran muy oscuras. Quería que el cuadro mantuviera la claridad. 

Dibujé con lápiz las letras del nombre de Ainhoa en cada piedra y luego las pinté con pintura acrílica blanca.

Fui mezclando colores para hacer el borde de cada letra con puntitos. Probé varios tonos, porque quería hacer el mismo tono que tiene la bebé en la pared de su habitación, pero es muy difícil hacer ese azul mezclando los colores primarios que tenia a mano. 

Para la base del cuadro, utilicé papel de scrapbooking de rayas de colores, que además llevaban el tono de la pared de la habitación. 


Al final me decidí por un color fresa fuerte, para que no fuera rosa y sobre todo para que destacaran las letras. Y empecé a probar con las ramitas secas que había ido recogiendo. 

Opté por la tercera opción, me parecía que quedaría más fino y se verían más las flores. Y volví a hacer el diseño


Y empecé a pegar con silicona las ramitas y las flores de piedras.


Poco a poco fue tomando forma. Y al ponerle el marco, el resultado final me encantó.

Espero que a los futuros papás les guste tanto como a mí.


En mi pared junto a mis cuadros también queda bonito ¿No?



jueves, 18 de agosto de 2016

Libreta para etiquetas de ropa

Soy una maniática con las etiquetas de la ropa, pues me molestan bastante. Es decir, me molesta los libretos de etiquetas que ponen ahora en la ropa y que cuelgan, a veces, hasta fuera de la blusa, camisa o chaleco. 

Por supuesto, quito todas las etiquetas que no llevan información sobre el lavado y cuidado de la ropa, porque me da pavor meter la pata a la hora de lavar cualquier prenda y estropearla.

Además, aunque solo deje una etiqueta, no me gusta nada si llevo algún suéter fino, blusa semitransparente o cualquier prenda en la que se pueda ver de una forma u otra.

Y si a mi me molestan, Fran no las puede soportar y las corta directamente el primer día, por lo que me vuelvo loca a la hora de lavarle la ropa (alguna vez le he estropeado prendas por quitar la etiqueta).

Así que empecé a pensar en como poder quitar las etiquetas y seguir sabiendo como se debe lavar y cuidar cada prenda. Y se me ocurrió una idea...

Compré una libreta tamaño cuartilla de Ikea por 1,99 €

www.ikea.com

Busqué fotos y fotografié las prendas a las que quería quitarles las etiquetas y con un programa de edición de fotos gratuito, les puse a cada foto la descripción (por si acaso, son manías).



Imprimí las fotos en un tamaño pequeño, para poner cada foto al lado de su etiqueta. Por supuesto, recorté las etiquetas y solo dejé la etiqueta de lavado y secado.



Una vez recortada cada parte, solo tenía que unir las fotos de las prendas con sus etiquetas y pegarlas en la libreta.

Pero antes, decidí dividir la libreta en dos, mi ropa y la de Fran. Y separar la ropa en tipos de prendas (ropa interior, blusas, pantalones, pañuelos...) y para ello, rescaté las plantillas de letras que utilizaba mi padre para hacer sus planos, hasta que apareció el ordenador.



Aunque las limpié, todavía quedaron restos de tinta de todo el trabajo que hizo, y consiguió sacarme una sonrisa al recordarlo en su mesa con sus planos inmensos.



Cada cuatro o cinco hojas fui rotulando las prendas en la libreta. 

Después pegue con cola blanca la foto junto con la etiqueta en la libreta. De la etiqueta solo pegué el lateral izquierdo, para poder ver el dorso de la etiqueta también.



Además, descosí los botones que ponen en otra de las etiquetas (los más pequeños) y con celo de doble cara, los pegué en la parte inferior derecha para no perderlos. Antes tenía que buscarlos en la caja de botones y me costaba mucho encontrar el botón que correspondía, sobre todo, los de las camisas de Fran.


Así ha quedado finalmente mi libreta de etiquetas, en la que poco a poco iré añadiendo etiquetas. 



¡Sólo me faltan las de Fran! ;)


jueves, 23 de junio de 2016

La más Bonita, agradable para comer a todas horas

En esta ocasión os recomiendo La más Bonita. Su especialidad es lo que llaman ahora, el brunch o comida entre el desayuno y el almuerzo. El almuerzo de toda la vida pero sin bocata, más anglosajón. Yo que soy de buen comer y a todas horas, me pareció perfecto. Y realmente, dan comidas a todas horas.

Primero descubrimos La más Bonita Patacona. El lugar es perfecto para ir un sábado o un domingo a disfrutar de su cocina de productos ecológicos y sobre todo del mar. Ya había ido en invierno, pero volví hace unos días y me gustó más.



El local se encuentra frente al mar, en la playa de la Patacona, y la decoración es muy marina y acogedora. Tiene la terraza que da al mar y otra terraza más, interior y llena de plantas.


Por supuesto, también tienen el comedor interior, con un mostrados lleeeeeeno de tartas, que llama la atención hasta al menos goloso.


Las dos veces he ido a comer. Tienen platos para compartir, bocatas y sandwiches, ensaladas, picoteo y cremas. Todo lo que probamos estaba muy bueno. 



Y después de comer, puedes acercarte al mar y probar una de sus fantásticas tartas y un zumo en el Chiringuito La más Bonita. Disfrutando de la brisa y la vista del mar desde una tumbona o un sofá.


También probamos en La más Bonita Ruzafa, fuimos a comer con nuestros amigos Beita y Jaime y también nos gustó mucho. 

Es un local igual de acogedor, con el mismo tono azul mar y blanco en toda la decoración. Siempre original, incluso hasta el asiento de nuestra mesa era un columpio.


Y la comida, sencilla, pero buena. Bocatas, sandwich o de picar y a buen precio. Es una alternativa a las bocaterias tradicionales.

Si vas por la mañana puedes ver desde tu mesa el obrador y como hacen las tartas. Todo un espectáculo.


La más Bonita Ruzafa en C/ Cadiz nº 61 de Valencia

La más Bonita Patacona y La más Bonita Chiringuito en el Passeig Marítim de la Patacona nº 11 de Valencia




jueves, 26 de mayo de 2016

Photocall mexicano para dos cumpleaños


Como celebrábamos el 50 cumpleaños de mis amigas Sefa y Make el mismo fin de semana, decidí hacerles un photocall para sus dos cumpleaños. La idea surgió por la fiesta mexicana que le preparamos a Sefa. Y para mí una de las flores mejicanas más conocidas es el cempasúchil y pensé en hacer un tapiz de flores de muchos colores.



Materiales:

- Papel crespón
- Papel pinocho
- Servilletas de papel
- Celo o grapas
- Cartón ondulado (90 cm. x 5 m.)
- Silicona
- Lámina de madera
- Colgadores para cuadros
- Cinta de embalar



Lo principal era hacer las flores, y por supuesto, consulté en internet todas las posibilidades de hacer flores de papel lo más parecidas a las cempasúchil. Vi que era muy sencillo hacerlas, aunque había que hacer muchas.


El papel crespón lo corté en tres partes, dos de 15 cm cada una y el tercer de 20 cm. Recorté cuadrados de 15x15 y 20x20. Después puse seis una encima de otra y las doble como un acordeón y en la parte central las uní con un celo fino.



Después recorté cada lateral con forma redondeada para simular los pétalos de las flores. Abrí el papel por un lado como un abanico y comencé a separar por capas, levantando las capas hacia arriba. Lo mismo hice con el otro lado de la flor.



El resultado final de la flor...



El proceso con las servilletas de papel es el mismo, cortar los dos laterales unidos y tendremos flores con muchas más capas y más finas. Como hay mucha variedad de colores, la gama se ampliaba. Utilicé también cuerda para atar las servilletas, pero es más seguro con el celo.


Con todas las flores ocupando toda la casa, despejé la mesa del comedor y extendí el cartón. Corté dos trozos de 2 metros cada uno. Coloqué uno sobre la mesa y con la pistola "cargada" de silicona comencé a pegar las flores una a una.


Cuando ya tenia media plancha, la bajé al suelo y uní las dos partes con cinta de embalar transparente, para que las medidas del photocall fueran 1,90 metros de ancho por 2 metros de alto. Y continué pegando flores, y flores, y más flores.


El resultado final con más de 270 flores (me cansé de contar)


La madera con los enganches para cuadros la pegué con silicona en la parte superior, para poder colgarla. 

Para el cumpleaños de Make la dejé tal cual porque su hermano compró dos globos de helio con 50, pero para el de Sefa, mi amiga Salu (que me ayudó a hacer flores) hizo flores con servilletas blancas para poner su nombre.


Es muy sencilla de hacer, pero reconozco que cuesta tiempo y paciencia.



¡Ah! Lo mejor de todo es, que nos lo pasamos genial en los dos cumpleaños. ;)